viernes, 25 de septiembre de 2020

Día mercenario. Año de la tregua. 2020. El de dame de beber que mañana batallo o el de los jueves son una maravilla en Ebussus.

El jueves de Fiestas es el día mercenario. Nos lo hemos ganado. Todas las tropas contratadas nos merecemos un día, y ese día, fue ayer. Un día que la tregua nos ha robado y que bien podría haber ocurrido... Bien podríamos haber vuelto a subir al Boluda para pasear por la bahía de Cartagena con nuestros cánticos habituales, con nuestras calabazas habituales y con nuestro salero habitual, que si no es por nosotros, ese barco más bien parecería el de Caronte porque qué sonsas son las tropas navegantes, por Bes! Bien podríamos haber desembarcado y participado en el acto de la Contratación de Mercenarios, donde Aníbal consigue los servicios de los Honderos en una negociación maravillosa con Carpón. Este año, el bueno de Yuste no ha podido vivir su segundo caudillato, del que dicen que disfrutas, aunque eso está por ver... Bueno, no te preocupes Yuste, el año que viene es tuyo y ése sí que va a ser la Hostia!!! La arenga de nuestro caudillo nos hubiese puesto las pilas para marchar junto a los Carthagineses hacia Roma... o hacia el campamento, que es donde siempre queremos ir... Bien podríamos haber llegado con nuestros tambores liándola por la calle romana ante las miradas extrañadas de legiones y visitantes antes del tradicional pasillo de entrada en Ebussus. Un pequeño descanso, una cervecica rápida y de cena, que habría que reponer fuerzas. Los Mercaderes de Abdera bien podrían haber tenido uno de esos manjares que quitan el sentío y que sirven para mantener la cordura, y la compostura, en una noche como la del jueves mercenario. Porque de vuelta en Ebussus bien podríamos haber vuelto a invocar al dios Bes para que nos guiara en la batalla contra los romanos. Nuestros brujos hubiesen dado de nuevo con la pócima perfecta. Y bien podríamos haber regresado a la esquina para tomar un dyc con sprite en recuerdo de José, el padre de todos los carpones le llaman con razón... Y llamadme loco, pero ese brebaje, que antes me sentaba casi a rayos, poco a poco se está adaptando a mi paladar, o viceversa! Y es que, a mis 30 y 10 años, parece que los recuerdos y la nostalgia ganan al sabor para disfrutar de momentos únicos... La noche bien podría haber continuado con reservado a reventar y terraza de charloteo, con amigos e invitados que siempre hacen imposible el transitar por la tropa sin pararse en cada grupo a echar unas risas con todos. Y bien podría haberme ido de visita a Ilergetes, iberos e hispanos a ver a la familia y a los colegas, tomar unos gintonics de Binfiter tónica de Larios, en plan Sigrams, por la patilla, claro; y ver a los honderos de invasión a campamentos Romanos a la que me hubiese apuntado para disfrutar de la hospitalidad del enemigo... Y bien podríamos haber vuelto a Ebussus para recibir a los mismos amigos y familia a los que antes apreté el bolsillo para retornar la convidá, con gusto. Porque en el campamento hondero, todo el mundo es bienvenido... bueno, todo el mundo, menos uno con tupé que se cree bello y que es una gaviota mustia... Y bien podrían haber pasado las horas de charleta con todos, viendo al Quiño con sus bambas de campamento, al Tete con la Carmen y el pequeño en su estreno para que se vaya curtiendo, a los pocholos en sus salsa, a Pedro y Pilar con cuerda para mil ratos, a Fernando tratando de escapar de la esquina por su bien que es jubilado y esa esquina no perdona, a Diego y todos sus invitados, al Mazin... y tantos otros hermanos de honda... También podrían haber aparecido por allí Juan y su hijo, el Popo, con sus trajes impolutos, el Yiyi, al que no hubiese dejado entrar de nuevo preguntándole a quien conoce en la tropa... Y bien podrían haber cortado la música justo en ese momento en que sabes que una más te va a dejar dos días en cama (recordad lo de los 30 y 10). Por lo que habríamos ido a los salchipapas a ver a nuestros ya colegas de año en año, con servicio prioritario (alguno de nosotros le hemos pagado la reforma del tinglao varios años ya) y nos hubiésemos quedado en esas mesas de plástico a repasar el mundo... Obviamente, alguno se hubiese dejado la capa allí, aunque seguro que Tete no hubiera sido, porque los bajos de los carritos de bebé son un gran almacén de chismes... Y bien podría haber llegado a casa y haber escrito esta entrada, pero no... Nada de esto ha pasado este año porque nos lo ha impedido una pandemia mundial, ya ves tú... Eso sí, el año que viene, el día mercenario va a ser memorable, lo garantizo!!

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