lunes, 28 de septiembre de 2020

Fin de fiestas. Año de la Tregua. 2020. El de cuando saque el traje el año que viene no va a haber dios que los vuelva a guardar o el de por fin no hay desmontaje.

Ayer acabaron las Fiestas de Carthagineses y Romanos de 2020. No lo hicieron con el tradicional castillo de fuegos artificiales, sino con la misma melancolía que se han vivido los 10 días de festejos. Ese imaginar cómo hubiera sido en caso de no tener sobre nuestras cabezas y vidas una pandemia que nos está tocando ya demasiado la moral. Han sido 10 días en los que, al menos yo, he pasado por la fase de negación, a la de resignación, para acabar con la de la esperanza. Una esperanza que nos debe llevar a trabajar desde ya en las Fiestas 2021, sin descanso. Aprovechando lo que nos dejen para hacer más fiestas. Pienso en mi traje, ahí guardado, que no he querido sacar para que no se crea que había fiesta y darle esa desilusión, pero sé que cuando el próximo año vuelva a respirar, a ese no lo vuelvo a guardar en la vida, sabe dios! Nos quedan por delante 354 días para hacer las cosas bien. Y no solo los festeros, sino TODOS. Si lo hacemos, podremos volver a Ebussus, a Qart Hadast, a Roma… Juntos podremos, sin duda. Además, este año podemos empezar antes a movernos, ya que por fin, tras mucho pedirlo, este año no hay desmontaje. Fernando puede celebrar este hito. Los dioses se han puesto de acuerdo para concederle este deseo, ahora que la jubilación y la retirada han llegado al miembro número 1 del consejo de ancia… sabios, consejo de sabios hondero… No quiero alargar más esto. Solo agradecer a todos los festeros, en especial a los honderos, los mensajes, fotos, vídeos y recuerdos que han compartido estos días en redes sociales y grupos de Guasap… En algunos momentos han sido duros, por recordar sin vivir, pero esta experiencia también nos va a servir para encarar los años venideros con más firmeza y confianza en que un grupo unido puede dar más guerra que una tropa de fabricación en cadena… Al fin y al cabo, somos mercenarios, las reglas, a nosotros… pues eso!!!

viernes, 25 de septiembre de 2020

Día mercenario. Año de la tregua. 2020. El de dame de beber que mañana batallo o el de los jueves son una maravilla en Ebussus.

El jueves de Fiestas es el día mercenario. Nos lo hemos ganado. Todas las tropas contratadas nos merecemos un día, y ese día, fue ayer. Un día que la tregua nos ha robado y que bien podría haber ocurrido... Bien podríamos haber vuelto a subir al Boluda para pasear por la bahía de Cartagena con nuestros cánticos habituales, con nuestras calabazas habituales y con nuestro salero habitual, que si no es por nosotros, ese barco más bien parecería el de Caronte porque qué sonsas son las tropas navegantes, por Bes! Bien podríamos haber desembarcado y participado en el acto de la Contratación de Mercenarios, donde Aníbal consigue los servicios de los Honderos en una negociación maravillosa con Carpón. Este año, el bueno de Yuste no ha podido vivir su segundo caudillato, del que dicen que disfrutas, aunque eso está por ver... Bueno, no te preocupes Yuste, el año que viene es tuyo y ése sí que va a ser la Hostia!!! La arenga de nuestro caudillo nos hubiese puesto las pilas para marchar junto a los Carthagineses hacia Roma... o hacia el campamento, que es donde siempre queremos ir... Bien podríamos haber llegado con nuestros tambores liándola por la calle romana ante las miradas extrañadas de legiones y visitantes antes del tradicional pasillo de entrada en Ebussus. Un pequeño descanso, una cervecica rápida y de cena, que habría que reponer fuerzas. Los Mercaderes de Abdera bien podrían haber tenido uno de esos manjares que quitan el sentío y que sirven para mantener la cordura, y la compostura, en una noche como la del jueves mercenario. Porque de vuelta en Ebussus bien podríamos haber vuelto a invocar al dios Bes para que nos guiara en la batalla contra los romanos. Nuestros brujos hubiesen dado de nuevo con la pócima perfecta. Y bien podríamos haber regresado a la esquina para tomar un dyc con sprite en recuerdo de José, el padre de todos los carpones le llaman con razón... Y llamadme loco, pero ese brebaje, que antes me sentaba casi a rayos, poco a poco se está adaptando a mi paladar, o viceversa! Y es que, a mis 30 y 10 años, parece que los recuerdos y la nostalgia ganan al sabor para disfrutar de momentos únicos... La noche bien podría haber continuado con reservado a reventar y terraza de charloteo, con amigos e invitados que siempre hacen imposible el transitar por la tropa sin pararse en cada grupo a echar unas risas con todos. Y bien podría haberme ido de visita a Ilergetes, iberos e hispanos a ver a la familia y a los colegas, tomar unos gintonics de Binfiter tónica de Larios, en plan Sigrams, por la patilla, claro; y ver a los honderos de invasión a campamentos Romanos a la que me hubiese apuntado para disfrutar de la hospitalidad del enemigo... Y bien podríamos haber vuelto a Ebussus para recibir a los mismos amigos y familia a los que antes apreté el bolsillo para retornar la convidá, con gusto. Porque en el campamento hondero, todo el mundo es bienvenido... bueno, todo el mundo, menos uno con tupé que se cree bello y que es una gaviota mustia... Y bien podrían haber pasado las horas de charleta con todos, viendo al Quiño con sus bambas de campamento, al Tete con la Carmen y el pequeño en su estreno para que se vaya curtiendo, a los pocholos en sus salsa, a Pedro y Pilar con cuerda para mil ratos, a Fernando tratando de escapar de la esquina por su bien que es jubilado y esa esquina no perdona, a Diego y todos sus invitados, al Mazin... y tantos otros hermanos de honda... También podrían haber aparecido por allí Juan y su hijo, el Popo, con sus trajes impolutos, el Yiyi, al que no hubiese dejado entrar de nuevo preguntándole a quien conoce en la tropa... Y bien podrían haber cortado la música justo en ese momento en que sabes que una más te va a dejar dos días en cama (recordad lo de los 30 y 10). Por lo que habríamos ido a los salchipapas a ver a nuestros ya colegas de año en año, con servicio prioritario (alguno de nosotros le hemos pagado la reforma del tinglao varios años ya) y nos hubiésemos quedado en esas mesas de plástico a repasar el mundo... Obviamente, alguno se hubiese dejado la capa allí, aunque seguro que Tete no hubiera sido, porque los bajos de los carritos de bebé son un gran almacén de chismes... Y bien podría haber llegado a casa y haber escrito esta entrada, pero no... Nada de esto ha pasado este año porque nos lo ha impedido una pandemia mundial, ya ves tú... Eso sí, el año que viene, el día mercenario va a ser memorable, lo garantizo!!

viernes, 18 de septiembre de 2020

Año de la Tregua. 2020. El de no hacemos Fiestas por una pandemia mundial o el de llenemos las redes de recuerdos del pasado

Tal día como hoy, en un mundo idílico, comenzarían las Fiestas de Carthagineses y Romanos. Los festeros, ya ayer nos hubiésemos reencontrado en nuestros campamentos, en la preinaguración de una nueva edición de la recreación histórica más importante del país. En un mundo poético, esta tarde nos pondríamos nuestros trajes de época para la previa del Encendido del Fuego Sagrado y el Pregón, y acudiríamos de nuevo al Campamento de Benipila para disfrutar de la primera gran noche de las Fiestas. Pero no. Este mundo ni es idílico ni poético. En este mundo, una pandemia sin control nos ha llevado a estar confiandos en nuestras casas durante tres meses y, ni con esas, hemos aprendido la lección. Nos han aflojado la cuerda y nos hemos vuelto locos, poniéndonos de nuevo en peligro. Esta situación ha llevado a la Federación de Tropas y Legiones a cancelar las Fiestas de este 2020 por primera vez en sus 31 años de historia. Una decisión más que acertada, pero que nos deja huérfanos estos 10 días. Las redes sociales ya se han llenado de recuerdos de otras ediciones. Hemos visto en la red la posibilidad de vivir los festejos históricos, aunque sea de forma virtual. Una especie de vía de escape para no pensar en una realidad que se nos escapa a la compensión y de la que aún no sabemos cómo (y lo peor, cuándo) vamos a salir. Mensajes como “¿qué traje toca hoy?”, “¿dónde hacemos la previa?”, “¿alguien tiene la llave del contendor para coger el lábaro?”… se repiten en grupos de WhattsApp. También ocurrió durante el montaje del Campamento. Unos mensajes tan fiables que si no estabas algo avispado, aún te presentabas en el recinto vestido de faena para colocar bridas. Obviamente, cada uno es libre de vivir en el mundo que quiera, pero creo que la situación actual nos ha dado una oportunidad de oro para hacer un ‘reset’ y volver con más fuerza. Recuerdo hace 18 años (sí, la anulación de las Fiestas de este año me ha pillado cumpliendo la mayoría de edad hondera), al entrar en mi tropa. Me sentí al instante uno más. Arropado por gente que no conocía de nada, pero con la que me unía un lazo invisible, pero irrompible: En Ebussus nunca llueve. Apenas un segundo bastó para saber que esta gente iba a dar todo por mí, sin dudarlo, sin condiciones, sin más. Ese espíritu, lamentablemente, creo que ha ido perdiéndose en el devenir de años en los que mi tropa se ha convertido (o al menos se había convertido hasta hace muy poco) en una auténtica referencia en el Campamento festero. Quizá el coloso de nuestra fachada que recibe a los visitantes nos ha facilitado el trabajo, pero quiero pensar que esa sensación de sentirse en familia ha tenido mucho que ver en el progreso. Creo que ese sentimiento ha decrecido en los últimos años, e incluso ha provocado que la tropa se vea envuelta en diversos episodios que nada tienen que ver con la razón de ser de un grupo festero, de una Asociación Cultural Sin Ánimo de Lucro. Cada vez más, escucho una frase que creo que es el inicio de la decadencia de cualquier colectivo de amigos/familia: Esto se gestiona como una empresa. Odio esta frase. Porque, por experiencia, sé que las empresas piensan en números, no en personas. Que las empresas buscan el beneficio propio, no el de sus empleados. Que las empresas avanzan sin mirar hacia los lados, dejando por el camino lo que sea y a quien sea… No, no podemos ser una empresa. Y no, no quiero lanzar un mensaje preguntando qué traje toca hoy, si viejo o nuevo. Quiero vivir estas Fiestas como toca vivirlas. En casa, con el traje guardado donde siempre. Con la mirada puesta en 2021 y con la esperanza de que esta situación nos lleve a reflexionar sobre quiénes somos y, lo más importante, quiénes queremos ser. Este año es el Año de la Tregua. Démonosla y trabajemos para que aquel sentimiento de familia, del ‘si cae uno caemos TODOS’, vuelva a ser una realidad. Mis manos estarán siempre disponibles, para lo que sea necesario y pueda llevar a cabo. Para sentir de nuevo aquella sensación de pasar 10 días en el paraíso. Echo la mirada atrás con esos recuerdos compartidos en redes sociales y veo muchas caras que abandonaron el proyecto. Cada uno tiene sus razones para hacerlo, está claro. Yo nunca me bajaré de esta maravilla llamada Honderos Baleares, pero deberíamos darnos una tregua y mirar hacia dentro, en vez de mirar hacia delante.